Todos los lectores que compren este libro —y también los que lo roben o lo pidan prestado— podrán reír a placer y a la vez disfrutar con el encanto de lo prohibido, pues es una convención social que uno no puede meterse con los grandes nombres de la Historia de la literatura.
Pero Gamberradas literarias es precisamente eso: un simpático desafío a
los lugares comunes del mundo de las letras, una desmitificación de muchas
obras inmortales y una soberana tomadura de pelo a muchos autores famosos, todo
ello hecho desde una de las ventanas con mejores vistas que tiene el Hotel del
Humor, donde su autor reside desde hace algunos años.
Estas parodias son muy variadas e igual
tratan de la rutina de Kafka en su oficina, de los bigotes de la condesa de
Pardo Bazán, de por qué Borges quemó todas sus novelas o de cómo «Azorín» consiguió
aburrir a toda una generación de lectores y, aun así, conseguir fama
imperecedera.
El libro consta de unos cincuenta escritos cortos de
muy amena lectura, en forma de artículos falsamente eruditos, de versos, de
piezas teatrales breves y de otros géneros inclasificables, pero igualmente
divertidos. En ellas se le da una vuelta más a la oxidada tuerca de la
literatura, lo que permite gozar de nuevo de libros conocidos, ahora en
versiones rabiosamente cómicas y originales.